Buenas tardes comunidad de Steemit, aceptando el reto de @provenezuela les cuento un día en la vida de @dnsz
Vivir en Venezuela con la situación actual no es fácil y estoy seguro que para todos es una travesía sobrevivir cada día. Sí, sobrevivir, pues no vivimos sino que sobrevivimos. Para mí todo es muy complicado o mejor dicho caótico pues soy padre de múltiples. Tengo dos hijas, gemelas de dos años que me hacen la vida más feliz pero le dan un toque de adrenalina extra a cada día.
Todo empieza muy temprano en la mañana, 5:30 am por lo general. Una o las dos se despiertan siempre a esa hora, son madrugadoras, lo único que escucho es -¡Papá! ¡Papá! ¡Papá! Y ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi!. Empieza la travesía, cambiar pañales, montar el café cuando hay café, hacer las arepas cuando hay harina, un par de pan tostados cuando no. Correr al baño, pues una niña está metida en la poceta, correr a la cocina pues la otra está agarrando algo que no debe, más o menos este es el escenario. O como lo veo yo:
Así veo mi casa un día normal con las gemelas
Mamá duerme mientras papá lucha y mantiene la batalla con el par de niñas, pues ese es el trato, papá madruga pero mamá las duerme en la noche (lo cual no es nada fácil). Como a las 7 :30 am luego de una batalla para vestirlas y arreglarlas estamos listos para salir. ¡Ah! Olvide mencionar al perro -que a todas estas lo considero un doble agente- pues a veces ayuda y colabora no echando broma y otras veces está de parte del caos y el desorden.
El doble agente Samus.
Camino al kínder, vemos un poco del caos colectivo. Por suerte tengo carro y eso ahorra uno que otro dolor de cabeza, pero hay que moverse con cuidado, un semáforo en verde no siempre garantiza que alguien más no venga a toda velocidad y quiera pasar por alto su luz roja.
8:00 am Llegamos al kínder, las gemelas se bajan sin decir mucho, pues les encanta compartir con sus maestras y compañeritos, entran sin siquiera despedirse. Con el corazón roto, me regreso a casa donde me esperan mi esposa y el perro desastre.
A las 9:00 am llega la hora de ir al trabajo. Mi lugar de trabajo es una tienda de uniformes, con unos clientes que muchas veces no saben lo que están buscando, siempre me toca guiarlos y llenarme de paciencia para soportar cada cosa. Aquí estoy hasta las 12:00 del mediodía, en un día normal sin mucha afluencia me toca atender de 5 a 10 clientes, que como dije anteriormente o no saben lo que están buscando o salen corriendo al momento de decirle los precios.
Mi esposa y yo en el trabajo.
Llega la hora del almuerzo, aquí viene mi parte favorita, estudié cocina un par de años y me encanta cocinar, pero como todos saben conseguir alimentos en Venezuela no es tarea fácil, casi siempre tengo que pasar por el mercado más cercano a comprar algo o mejor dicho a ver si consigo algo de lo que busco. Se hace lo que se puede con lo que se tiene, y eso lo hemos aprendido a los golpes. Por lo general cocino arroz, mi especial carne molida tipo hamburguesa (a mi esposa le encanta) y tajadas (cuando hay aceite). Típica comida venezolana.
Luego del almuerzo, descanso un poco o reviso cualquier cosa en internet hasta las 2:00 pm que es cuando vuelvo al trabajo. Ustedes pensaran dos horas libres que felicidad, pero la verdad es que la tienda está cerrada en ese horario por seguridad. El lugar donde está ubicada es peligroso por lo solo que se queda de 12 a 2 debido a que todos los comercios cierran.
De vuelta al trabajo, siempre con una sonrisa me enfrento a lo que queda de día, esto lo aprendí en todos los años que llevo trabajando en servicio al cliente, lo más importante es sonreír, y me lo han agradecido, la gente en Venezuela anda de muy mal humor o con mucho estrés la mayor parte del tiempo y que los traten bien o les sonrían suele ser un choque con lo que están acostumbrados a recibir de las personas que los atienden. Inténtenlo, una sonrisa cambia mucho. Muchos clientes antes de irse suelen agradecerme por mi buen trato y mi buen humor, hace poco me dijeron “Es increíble como a pesar de todo lo que pasamos, siempre que vengo para acá tienes esa gran sonrisa, te felicito”.
La importancia de una sonrisa.
A las 4:30 pm llega hora de buscar a las gemelas, pueden que hagan de mi día un caos, pero no dejo de pensar en ellas. La alegría que les da verme al ir a buscarlas y sus sonrisas ya bastan para que cualquier cosa negativa que esté pasando sea anulada. Compartimos y cantamos o jugamos en el camino a casa, donde por lo general nos espera una tarde de hacer tareas, jugar y ver una que otra caricatura en la televisión.
Jugar Play también es válido.
Pronto se nos va el rato, llega la hora de la cena, las gemelas cuando tienen hambre no dudan en atacarme como una mini horda de zombies bebes. Luego de dejar la casa así en un día "tranquilo"
La escena del crimen
Luego de la comida viene la parte más difícil de mi día, bañarlas y acostarlas a dormir. Menos mal mamá se hace cargo de gran parte de esta ardua labor, mientras yo me concentro en otros asuntos. Soy freelancer y me toca atender a los pocos clientes que he hecho en Upwork, una forma de sobrellevar la crisis. También paso por Steemit entre otras redes sociales y páginas web, ya a las 11:00 pm papá no da para más y está pidiendo recargar baterías. Caigo como una piedra y el ciclo se repite.